Empecemos la cuenta regresiva para celebrar el nacimiento de Jesucristo unidos en esta hermosa tradición.

Aquí encontrarás las oraciones para vivir intensamente estos 9 días en familia, en el trabajo, la comunidad, grupo parroquial, etc.

La Novena de Navidad 2022 comienza el viernes 16 de diciembre y termina el sábado 24 de diciembre.

Día Día 2Día 3Día 4Día 5Día 6Día 7Día 8Día 9

Día 1

La salvación es un don de amor, y como tal, ofrecido a la libertad humana. Siempre, cuando se habla de amor, se habla de libertad. Un amor sin libertad no es amor. Puede ser interés, puede ser miedo, muchas cosas. Pero el amor siempre es libre. Y, siendo libre, requiere una respuesta libre: requiere nuestra conversión. Es decir, se trata de cambiar de mentalidad. Esta es la conversión: cambiar de mentalidad y cambiar de vida, no seguir más los modelos del mundo, sino el de Dios, que es Jesús, como hizo Jesús y como Él nos enseñó.  Por eso, cada momento, cada instante de nuestra existencia es un tiempo precioso para amar a Dios y para amar al prójimo, y así entrar en la vida eterna.

Día 2

Una persona sin raíces, que ha olvidado sus raíces, está enferma. Encontrar, redescubrir las propias raíces y tomar la fuerza para seguir adelante, la fuerza para dar fruto y, como dice el poeta, ‘la fuerza para florecer porque -dice- lo que el árbol tiene en flor viene de lo que tiene enterrado’. Precisamente esa relación entre la raíz y el bien que podemos hacer. El hombre y la mujer que redescubren sus raíces, que son fieles a su pertenencia, son un hombre y una mujer en la alegría, con alegría y esta alegría es su fuerza. 

Día 3

Cuando no hay profecía en el pueblo de Dios, el vacío que deja lo llena el clericalismo: es precisamente este clericalismo el que pregunta a Jesús: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Con qué legalidad?”. Y el recuerdo de la promesa y la esperanza de seguir adelante se reducen sólo al presente: ni pasado ni futuro esperanzador. El presente es legal: si es legal adelante. “¡Señor, que no falten profetas entre tu pueblo!”. Todos los bautizados somos profetas. “¡Señor, que no olvidemos tu promesa! ¡Que no nos cansemos de seguir adelante! ¡Que no nos cerremos en las legalidades que cierran las puertas!” 

Día 4

«Alégrate», dice a la Virgen. En una aldea perdida de Galilea, en el corazón de una joven mujer desconocida para el mundo, Dios enciende la chispa de la felicidad para todo el mundo. Y hoy el mismo anuncio va dirigido a la Iglesia, llamada a acoger el Evangelio para que se convierta en carne, vida concreta. Dice a la Iglesia, a todos nosotros: «Alégrate, pequeña comunidad cristiana, pobre y humilde aunque hermosa a mis ojos porque deseas ardientemente mi Reino, tienes sed de justicia, tejes con paciencia tramas de paz, no sigues a los poderosos de turno, sino que permaneces fielmente al lado de los pobres. Y así no tienes miedo de nada sino que tu corazón está en el gozo»

El evangelista nos dice que «se levantó María y se fue con prontitud» (v. 39) hacia Isabel: apresurada, no ansiosa, no ansiosa, sino con prontitud, en paz. «Se levantó»: un gesto lleno de preocupación. Podría haberse quedado en casa para prepararse para el nacimiento de su hijo, en lugar de eso, se preocupa primero de los demás que de sí misma, demostrando, de hecho, que ya es una discípula de ese Señor que lleva en su vientre. El evento del nacimiento de Jesús comenzó así, con un simple gesto de caridad; además, la auténtica caridad es siempre el fruto del amor de Dios. La visita del evangelio de María a Isabel, que escuchamos hoy en la misa, nos prepara para vivir bien la Navidad, comunicándonos el dinamismo de la fe y la caridad. Este dinamismo es obra del Espíritu Santo: el Espíritu de amor que fecundó el seno virginal de María y que la instó a acudir al servicio de su pariente anciana. Un dinamismo lleno de alegría, como vemos en el encuentro entre las dos madres, que es todo un himno de júbilo alegre en el Señor, que hace grandes cosas con los pequeños que se fían de él.

¿Qué nos aconseja nuestra Madre? Hoy en el Evangelio lo primero que dice es «engrandece mi alma al Señor» (Lc 1, 46). Nosotros, acostumbrados a escuchar estas palabras, quizá ya no hagamos caso a su significado. Engrandecer literalmente significa “hacer grande”, engrandecer. María “engrandece al Señor”: no los problemas, que tampoco le faltaban en ese momento, sino al Señor. ¡Cuántas veces, en cambio, nos dejamos vencer por las dificultades y absorber por los miedos! La Virgen no, porque pone a Dios como primera grandeza de la vida. De aquí surge el Magnificat, de aquí nace la alegría: no de la ausencia de los problemas, que antes o después llegan, sino que la alegría nace de la presencia de Dios que nos ayuda, que está cerca de nosotros. Porque Dios es grande. Y sobre todo, Dios mira a los pequeños. Nosotros somos su debilidad de amor: Dios mira y ama a los pequeños.

Dia 7

Todo el evento del nacimiento de Juan Bautista está rodeado por un alegre sentido de asombro, de sorpresa, de gratitud. Asombro, sorpresa, gratitud. La gente fue invadida por un santo temor a Dios «y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas» (v. 65). Hermanos y hermanas, el pueblo fiel intuye que ha sucedido algo grande, incluso si humilde y escondido y se pregunta «¿Qué será este niño?» (v. 66). El pueblo fiel de Dios es capaz de vivir la fe con alegría, con sentido de asombro, de sorpresa y de gratitud. Vemos a aquella gente que hablaba bien de esta cosa maravillosa, de este milagro del nacimiento de Juan, y lo hacía con alegría, estaba contenta, con sentido de asombro, de sorpresa y de gratitud. Y viendo esto preguntémonos: ¿cómo es mi fe? ¿Es una fe alegre o una fe siempre igual, una fe «plana»? ¿Tengo un sentido de asombro cuando veo las obras del Señor, cuando escucho hablar de cosas de la evangelización o de la vida de un santo, o cuando veo a tanta gente buena: ¿siento la gracia dentro, o nada se mueve en mi corazón?

Dia 8

Ante el anuncio del nacimiento de un hijo, (cf. Lucas 1, 13) Zacarías se quedó incrédulo, porque las leyes naturales no lo consentían, eran viejos: eran ancianos; como consecuencia el Señor lo dejó mudo durante todo el tiempo de la gestación (cf. v. 20). Es una señal. Pero Dios no depende de nuestras lógicas y de nuestras limitadas capacidades humanas. Es necesario aprender a fiarse y a callar frente al misterio de Dios y a contemplar en humildad y silencio su obra, que se revela en la historia y que tantas veces supera nuestra imaginación. Y ahora que el evento se cumple, ahora que Isabel y Zacarías experimentan que «nada es imposible para Dios» (Lucas 1, 37), grande es su alegría. (…) Preguntémonos cada uno de nosotros en un examen de conciencia: ¿cómo es mi fe? ¿es alegre? ¿está abierta a las sorpresas de Dios? Porque Dios es el Dios de las sorpresas.

La alegría que nace de la cercanía de Dios, de su presencia nos ayude a mirarle a Él en nuestros hermanos: en los que quieren aprender, en los que pueden enseñar; en los que quieren ayudar, en los que necesitan una mano solidaria. Que el Hijo de Dios, niño tierno, amoroso y compasivo torne nuestro corazón igual al suyo.

¡Feliz Navidad y un año 2023 lleno de realizaciones!