H. Marcela Bonafede, ODN
La música me acompaña desde el vientre de mi madre, ya que mi papá fue un cantor popular aficionado, siempre hubo fondo de guitarras en el ambiente de mi casa. A los 17 años comencé a componer canciones para practicar mis primeros rasgueos en la guitarra, verdaderos salmos de búsqueda vocacional para el Señor que me llamaba a servir desde acordes y melodías.
16 años después, en Bolivia, recuperándome de un problema de columna, volví a componer y, esta vez, poniendo al servicio de la Iglesia y de la Compañía, el don de cantar y crear canciones para que otras/os escuchen el llamado de Dios en sus vidas y el llamado de la vida para servir a Dios.
Esta pequeña obra llamada “Libertad” es el fruto de 10 años de vida en Bolivia, allí tuve la oportunidad de descalzarme en una tierra sagrada, de aprender a orar a un Dios siempre mayor, y de conocer a hermanos y hermanas que me han permitido ver que se pueden hacer las cosas de diferente manera, que la resistencia puede dar a luz un arcoiris de danzas, sonoridades y símbolos, todos indicadores de esperanzas.
Esta experiencia de dialogar con otra cultura me ha permitido recuperar mis raíces musicales para ponerlas al servicio del anuncio del Evangelio. Con la música es posible descubrir y publicar la experiencia de Dios y los aprendizajes de la vida para compartirlos como regalo, para secar llantos, para hacer ver lo invisible y oír lo inaudito: Dios está en medio nuestro.
Libertad expresa el llamado fundamental que un día Dios me ha hecho. Un llamado desafiante e insistente para ser vivido en lo cotidiano en situaciones sencillas y triviales como en los grandes y cruciales acontecimientos. La música me hace libre pero Dios me hace LIBRE con mayúsculas.
Ya es la hora. Los signos que leemos hoy en la Iglesia y en nuestro mundo, signos de heridas, pecados y gestos de salvación, están gritando con gemidos ensordecedores que es urgente seguir a Jesús con verdadera coherencia y radicalidad evangélica. Hagamos con María lo que el Señor nos dice en su Palabra, es lo único que puede transformarnos y hacer nueva nuestra forma de amar y servir. Ha llegado la hora de secarnos las lágrimas, volver a la conanza, tomarnos de las manos y comenzar de nuevo.
Agradezco a la Provincia del Pacíco la posibilidad de realizar este nuevo CD con canciones que han nacido de la necesidad de evangelizar cantando en diferentes ámbitos.
Captar lo que el Señor va haciendo en nuestras vidas y expresarlo con melodía, sentido y
emoción, es algo para mí aún inexplicable. Lo considero una gracia que el Señor me
regala y que intento ofrecerla con la misma gratuidad. Muchísimas gracias.
La Orden de la Compañía de María Nuestra Señora fue fundada por Santa Juana de Lestonnac en 1607, Primera Orden Religiosa Femenina de carácter educativo para la mujer.